Más de 30 días sin escribir una sola línea más allá de los renglones neuronales. Es lo que tienen las vacaciones, estar fuera del entorno habitual y lo más importante de todo: tener mejores cosas que hacer. Estos meses se ha caracterizado por la actividad, no he dejado de moverme de aquí para allá, con días mejores y días peores, visitando la playa regularmente y disfrutando de todas las fiestas de pueblo que se hacían. He estado viviendo en Gijón, a escasos 35 km de Oviedo, pero me ha parecido mucho más. Cuando cogía algún autobus para volver a mi ciudad y ponía los pies en la estación no podía evitar pensar «No hay lugar como el hogar«. No me malinterpretéis, me ha gustado el cambio de aires, lo necesitaba. Pero ya sabéis lo que se suele decir, como en casa en ningún sitio.
Comencé el verano con un ligue. Una relación con la chica con los ojos más bonitos que he visto nunca. Una mirada triste de color gris, casi siempre oculta tras una cortina de flequillo negro. Una chica que apareció por casualidad, de esas que dejas escapar y luego te das cuenta de lo increíble que era. Pero no nos pongamos melancólicos, la tristeza fue sustituida por las fiestas y la buena compañía. De todo ello reseñaría el Xiringuelu, una fiesta increíble. Comida, sidra, risas, baños en el río, confesiones y cena en el chino. Para repetir. Tampoco me quiero olvidar del Derrame, aunque creo que ya os he hablado demasiado del mejor festival de música de toda la penínsuna.
Metidos en pleno agosto cometí uno de mis errores estrella, ligarme a una chica y que terminase encaprichándose de mí. Vuelta a los sms de madrugada y las declaraciones de amor cargadas de faltas de ortografía. Atolladero. Y lo más importante, el amor de mi vida sigue soltera. Quizá algún día me atreva a decirle cuanto la quiero. Quizá no.
Y para cerrar el verano como se debe aún nos quedan las fiestas de San Mateo, en Oviedo, donde os animo a venir a disfrutar. Es más, yo estoy deseando empezarlas con un concierto este viernes de una twittera y su grupo, Take the Rest. ¿Se me conseguirá?
Si algo me ha ofrecido esta ciudad es la posibilidad de sentirla mía. Creo que he perdido los antiguos prejuicios que tenía con sus calles. Al fin y al cabo soy carbayón, el odio hacia los culo moyaos es algo innato en mí.
Comienza un invierno salpicado de sueños y emociones. Listos para la reconversión.